Los expertos defienden viviendas y centros adaptados a las nuevas necesidades de los sénior, así como ciudades más amables y diversas donde no se aisle a los mayores
- José Antonio Granero: “El reto es diseñar espacios similares al hogar, donde se garantice la intimidad y se personalice el cuidado”.
- Mayte Sancho: “La pandemia ha aflorado carencias en el sistema de cuidados. Los servicios domiciliarios deben ser más flexibles ”
- Juan Fernández-Aceytuno: “Hay que encontrar un equilibrio entre las nuevas preferencias y necesidades de la demanda y la oferta inmobiliaria”.
- Raul Costilla: “La hipoteca inversa está llamada a crecer en España, ya que es la única fórmula que permite a los mayores hacer líquido su ahorro en vivienda, sin renunciar a la propiedad de la misma”.
Espacios más humanos, que estén diseñados como una vivienda, con ambientes multiusos, que favorezcan la convivencia, y donde tengan facil acceso a servicios médicos y cuidados domiciliarios. Es el modelo de alojamiento en el que según los expertos querrían vivir los mayores de 55 años en España, especialmente a raiz de la pandemia, momento que ha permitido revisar los formatos actuales y ha puesto de manifiesto un mayor interés de los sénior por espacios que respondan a sus necesidades.
Entre sus prioridades se encuentran centros que no segreguen, con ambientes que favorezcan el esncuentro y desde donde sea fácil acceder a los servicios sanitarios y sociales, especialmente para los que puedan llegar a sufrir una situación de dependencia. Los mayores también demandan ciudades más amables, no se sientan excluidos y aislados, donde puedan convivir con el resto de generaciones, puedan seguir llevando una vida activa, social, cultural y laboralmente, y continuen siendo útiles a la sociedad.
Así lo han destacado hoy varios expertos del mundo del urbanismo, la arquitectura el envejecimiento y el sector asegurador, que han participado en el ciclo ‘Soluciones habitaciones para los sénior’, organizado por el Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación MAPFRE. El objetivo de este encuentro ha sido analizar los nuevos modelos residenciales y urbanísticos en un contexto en el que longevidad en España exige replantear los formatos actuales y adaptarlos a las nuevas circunstancias vitales de los mayores de 55 años. Este colectivo está formado por 15,8 millones de personas, el 34% de la población, y representa el 26% del PIB y el 60% del consumo nacional.
‘Senior housing’: un negocio incipiente
“Hablamos de un colectivo que crecerá aún más en los próximos años, más exigente y preparado y con mayor conciencia de sus derechos, aspectos clave que ponen de manifiesto la necesidad y la oportunidad de negocio que representa el ‘senior housing’ para el sector inmobiliario. Esta línea de negocio está fuertemente consolidada desde finales de los años 70 en países como Estados Unidos y Canadá, pero sin embargo en España es incipiente”. En este sentido, también se ha referido a la necesidad de “encontrar un equilibrio entre las nuevas preferencias y necesidades de la demanda y la oferta inmobiliaria actual y futura, un cambio que deberá ser impulsado por las Administraciones y que debe vencer algunas barreras, como la ausencia de regulación específica, financiación y falta de oferta de suelo público”.
Lo ha subrayado Juan Fernández-Aceytuno, consejero delegado de la Sociedad de Tasación, durante su intervención en el encuentro, que ha presentado Juan Fernández Palacios, director del Centro de Investigación Ageingnomics, y que ha moderado Iñaki Ortega, doctor en Economía, profesor y consejero asesor de esta entidad.
La vivienda como fuente de ingresos
“Para 2050 la mitad de la población en España será mayor de 50 años, tendremos estructuras familiares distintas y habrá 1,7 personas en edad de trabajar por cada persona mayor de 65 años”. Así lo ha indicado Raúl Costilla, consejero delegado de MAPFRE Vida y director general de Negocio y Clientes de MAPFRE Iberia, quien ha subrayado que “aunque pueda parecer un escenario complejo, es consecuencia de que nuestra esperanza de vida será mayor, lo cual es una excelente noticia, pero requiere que tomemos las decisiones adecuadas en la planificación financiera para poder vivir esos años con calidad de vida”.
También se ha referido al ahorro de los españoles, “canalizado históricamente a través del ladrillo”, y que plantea un gran reto, que consiste en cómo monetizar o licuar el patrimonio inmobiliario de estas personas “para que vivan mejor, puedan disfrutar del ocio o, en caso de necesidad, puedan ser atendidos por especialistas y ayudar a sus familias”.
En este sentido, se ha referido a la hipoteca inversa, negocio en el que MAPFRE entrará en los próximos meses de la mano del Banco Santander a través de una sociedad conjunta, y que permite a los mayores de 65 años complementar sus ingresos a través de la vivienda, sin renunciar a la propiedad de la misma, algo esencial para muchas personas.
“Este producto no está suficientemente implantado en España debido, entre otros factores, a nuestra cultura de la vivienda como parte de la herencia y también a una falta de oferta en el mercado por experiencias pasadas. Sin embargo, crecerá en los próximos años, a medida que la media de edad de la población siga aumentando y se incorporen a este mercado compañías que generan confianza al consumidor”.
Espacios con mayor convivencia
“Una vivienda inadecuada es un factor agravante de la fragilidad y la dependencia. Es necesario plantearse casas para toda la vida. Nos encontramos ante una oportunidad para diseñar nuevos espacios, similares al hogar, donde se garantice la intimidad y se personalice el cuidado, características esenciales para contribuir a la calidad de vida, el bienestar físico y emocional de los mayores, un grupo cada vez más activo, productivo y que no podemos aislar”.
Lo ha destacado, José Antonio Granero, arquitecto socio de Entreabierto y ex Decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), quien ha señalado que las necesidades de alojamiento de los mayores son “diversas”, lo que nos obliga a “reconsiderar” el modelo actual de residencias, más de 4.000 de tipo privado en España, e impulsar otras fórmulas con unidades de convivencia menores, donde prime la comodidad y la calidad y estén basadas en el concepto de “envejecimiento en casa”, con servicios especializados de tipo asistencial. También se ha referido a los complejos intergeneracionales, viviendas asistidas, cohousing o certificaciones senior-friendly, frecuentes desde hace más de 50 años en otros países. “Se trata de poner el foco, ha indicado, en el equilibrio entre intimidad, convivencia, funcionalidad, accesibilidad y tecnología y otros factores como el diseño, la calidad del espacio, la luz y la integración con la naturaleza de los espacios”.
Servicios domiciliarios más flexibles
“Con la pandemia han aflorado algunas carencias del sistema de cuidados, lo que nos ha hecho reflexionar como sociedad y ser más conscientes de la importancia de responder a las necesidades y los deseos de los mayores. Hay que avanzar mucho más en el modelo de cuidados de larga duración para poder mejorar la atención de las personas que sufren dependencia”. Así lo ha indicado Mayte Sancho, psicóloga y gerontóloga, quien ha hecho hincapié en la necesidad de “desarrollar un modelo de servicios domiciliarios para que sea más flexible y dinámico y proporcione la cobertura que requieren los mayores, como los ecosistemas locales de cuidados, cuyo fin es crear redes y proyectos colaborativos para atender y cuidar a las personas mayores y dependientes desde la cercanía y la personalización. Es necesario invertir más recursos públicos y privados”, ha resaltado.
La que fuera coordinadora del primer Observatorio del Envejecimiento en España y ex vicepresidenta de la Sociedad Española de Gerontología y Geriatría, ha indicado, además, la importancia de “humanizar las ciudades, hacerlas más amables con la dependencia”; contribuir a la “desinstitucionalización de las residencias”, con soluciones como las unidades de convivencia, para unas 15 personas como máximo, “una tendencia que crecerá mucho gracias a los fondos europeos Next Generation”; y que las personas que opten por el coliving o el cohousing, “soluciones aun minoritarias”, tengan en cuenta la importancia de contar con una “atención sanitaria y social accesible y coordinada” para poder dar respuesta a las situaciones de dependencia que puedan surgir.